EPISODIO 1: BROOKLYN
Creado: 26/10/2015
UN FOODIE TOUR POR LOS ESTADOS UNIDOS
Nos despertamos con justo un poquito de jet lag pero un sol estupendo vino a darnos la bienvenida a Nueva York.
En los EE.UU. ahora es muy fácil encontrar buen café, recién tostado y 'pour over' (gota por gota). ¡Justo lo que necesitábamos para despertarnos! Paramos en el Blue Bottle, una de las mejores cafeterías del país. Aquí puedes comer también muy buenas galletas o comprar un frasco con granola adentro y pasar por la caja para que te lo llenen de leche (obviamente, ¡te lo cobran!) No es barato, pero tendremos que acostumbrarnos.
En las cafeterías clásicas normalmente puedes comer también salados (bocadillos, ensaladas, bagel...) y la mayoría de las personas piden cafés de litro para llevar. ¡No puedo entenderlo! Con el frío que hace ¿por qué no disfrutar un poquito del calor del local? ¡Buah!
Cruzamos el puente de (Sí, lo sé, ¡estás pensando justo en esta película!) bastante turístico pero con una vista hermosa. Llegamos al barrio de Manhattan, cruzando varias zonas y culturas, pasamos por el Chinatown, el Little Italy hasta llegar al Soho. Un barrio encantador, con calles más pequeñas y muchas tiendas de diseño y gastronomía (¡Nada baratas!)
Llegamos al Mercado de Chelsea, un verdadero foodie headquarter. En este edificio hay restaurantes, comida rápida, mercados, tiendas, librería, hasta una editora gastronómica, que te sumerge en sabores de todo el mundo! Probamos diferentes propuestas fusión, desde el japonés – mexicano; un taco de masa de gyoza relleno de tataki de atún al sushi burrito. Es verdad, ¡NYC es un “melting pot” de razas, culturas y sabores! En el mercado hay cualquier producto a granel que puedas imaginar. Quesos y pan atraen nuestra atención y nuestra boca no puede resistirse a una cata de todo lo que hay! Añadimos otro snack a la lista con el Sourdough Californiano y el queso italiano, ¡una verdadera delicia! Sourdough es la traducción de masa madre, un cultivo simbiótico de las levaduras presentes de manera natural en alimentos, como los cereales, y bacterias presentes en el medio ambiente.
Por fin salimos del mercado. Vale la pena subir a dar un paseo y tomar un café (hay mesas o bancos con una vista muy guay) en el High Line, viejos binarios del tren transformados en un parque que cruza la ciudad desde el alto. Cansados pero felices acabamos nuestro día con un coctel en un “speakeasy” un bar 'clandestino' escondido detrás de una puerta, que conservan todavía el encanto de los lugares del 'prohibition act'. El nuestro está detrás de la puerta de servicio de una cafetería, una experiencia guay pero cara, ¡obviamente!... El viaje continúa...
Seguiremos viajando y descubriendo. Mientras, nuestros chefs animan los fogones de la capital condal con sus menús.